La pandemia del COVID-19 ha supuesto el derrumbe del esquema mental que teníamos como sociedad. Nunca hubiéramos pensado que nuestra Sociedad Occidental, tan potente, tan competitiva, tan desarrollada, el primer mundo; iba a tambalearse de la forma que se está tambaleando por el azote de un microorganismo de 5 micras del tamaño.
Las prioridades; lo que creíamos que era lo importante, por lo que luchábamos y nos esforzábamos día a día ha cambiado. Esta grave situación nos ha hecho darnos cuenta de lo que realmente es importante: las pequeñas cosas del día a día, el poder salir con libertad, estar con compañeros y amigos, abrazar a nuestra familia. Pero sobre todo nos ha instalado en una sensación de vulnerabilidad nunca antes conocida, hemos comprendido la fragilidad del ser humano.
Es indiscutible que esta pandemia nos ha cogido con un gran desarrollo tecnológico y una formidable red de telecomunicaciones, tanto de telefonía móvil como de fibra óptica; que nos está permitiendo a una parte de la población tele trabajar y a millones de familias mantener el contacto con sus seres queridos y a millones de escolares, alumnos de bachillerato, universitario y formación profesional continuar su formación conectados con sus profesores.
Por otro lado, las grandes plataformas digitales de comunicación y entretenimiento nos permiten por un lado hacer más llevadera las largas y monótonas horas de cada día y mantenernos informados a través de los distintos medios y soportes; ya sea TDT en los canales tradicionales, los diarios Digitales las radios digitales, las Redes Sociales o los reportajes y programas que se generan en la plataformas de entretenimiento. Es un pequeño consuelo, en estos duros momentos, que hace más llevadero el sacrificio de confinamiento y nos ayuda a combatir la desazón y el miedo de una forma más llevadera.
Pero esta Pandemia pasará, al final conseguiremos vencer al virus y podremos por fin reencontrarnos con nuestras familias y amigos e incluso volver a la actividad diaria; pero ya nada volverá hacer como antes.
Y las administraciones, sobre todo el Gobierno Central deberán promover un cambio sustancial en el tejido productivo que garantice de nuevo el bienestar y el desarrollo económico y empresarial. Los economistas de DeutscheBank esperan una recuperación a partir del tercer trimestre, pero no será suficiente para que las economías esquiven una profunda recesión. Para 2020 esperan que el PIB de España se contraiga un 8,7% mayor caída desde la Guerra Civil.
Esta situación obligará a los gobiernos a establecer medidas de impulso que aborden de forma urgente la transformación digital de la industria, la llamada industria 4.0, para aumentar rápidamente la competitividad, reorientar la producción hacia nuevos productos más innovadores. Harán falta incentivos para promover plantas de producción más robotizadas, que optimicen, aún más, el consumo de energía y programas de recualificación de la mano de obra para enfocarla a la gestión, control y mantenimiento de dichos equipos de producción y ensamblaje.
Por poner un ejemplo: véase el caso de la industria del automóvil en España supone alrededor del 12 % del PIB, pero está muy basada en la producción de vehículos diesel, esta industria deberá re-enfocarse hacia la construcción de vehículos híbridos y eléctricos, así como, re-estructurar las plantas y la cualificación de sus trabajadores para la producción de los nuevos servicios del vehículo conectado.
Será necesario dar un salto cualitativo en las empresas para permitir el Teletrabajo y generalizar las reuniones online, Esta situación ha puesto de manifiesto la gran utilidad, la mayor eficacia y eficiencia, el mayor control y el ahorro de costes empresariales que supone el teletrabajo y las reuniones online.
Aún queda mucho por desarrollar, sobre todo en el sector público pero el futuro inexorablemente pasa por una mejora de las herramientas administrativas que lo permitan.
Este nuevo paradigma de digitalización de los sectores productivos ha de ir acompañada de una mayor seguridad. La mayor necesidad de intercambio de información, tramitación de expedientes y reuniones hacen clave un salto cualitativo en la Ciberseguridad, de la cual sólo nos acordamos cuando aparecen amenazas mundiales como el Wannacry, pero que rápidamente se nos olvida creyendo que es un coste superfluo, cuando en realidad es un coste indispensable para que las empresas y administraciones garanticen que no habrá problemas en el futuro que tendrían un coste altísimo en comparación con el coste de la medida de ciberseguridad.
La sensación de vulnerabilidad personal en la que nos hemos instalado, debe compensarse con mayores inversiones públicas y privadas en soluciones de e-Health. La implantación y en el diseño de nuevas herramientas que permitan un mayor control sobre nuestra salud con distintos dispositivos medirán nuestras constantes vitales, no las que llevemos encima, “wearables”, sino incluso, en la entrada de edificios y espacios públicos tales como conciertos, campos de fútbol, teatros, centros comerciales, etc. Especial atención deben merecer nuestros mayores, esta Pandemia ha puesto de manifiesto la fragilidad de la los servicios de atención de esa generación a la que le debemos el bienestar social actual y que tanto han luchado para que hoy seamos una sociedad avanzada, libre y democrática. Por lo tanto la administración debe fomentar decididamente, soluciones que potencien el bienestar de nuestros mayores, ejemplos como sensores de presencia, sensores biométricos de constantes vitales, cámaras de control y toma de temperatura, chatbots o robótica de apoyo asistencial, son soluciones a desplegar tanto en el propio hogar como en los espacios residenciales.
Esta versatilidad, de nuevo, se apoya en la digitalización tan necesaria de la industria como del conjunto de la sociedad.
Mario Cortés
DECANO COITT