En la era digital, la conectividad facilitada por las telecomunicaciones, la inteligencia artificial y las redes sociales se han convertido en herramientas clave para el progreso de nuestra Sociedad. Sin embargo, también son elementos estratégicos que, en manos equivocadas, pueden convertirse en instrumentos de desinformación, erosionando no solo la confianza pública sino también afectando directamente a los ciudadanos y las empresas.
El uso creciente de la inteligencia artificial (IA), como bien señala un informe elaborado por EY a primeros de año, está planteando nuevos riesgos en el sector de las telecomunicaciones. Si bien la IA promete grandes avances, su uso indebido puede dar lugar a la creación y distribución de información falsa que puede propagarse de manera más rápida y sofisticada, lo que podría poner en peligro la confianza del consumidor y las decisiones empresariales. Es alarmante que, según el informe mencionado, dos tercios de los usuarios de telecomunicaciones exigen explicaciones claras sobre cómo se está utilizando esta tecnología, mientras que 4 de cada diez empleados no confían en que la IA pueda ser utilizada de manera responsable.
La lucha contra la desinformación constituye una de las mayores preocupaciones de los países democráticos. Detrás de las noticias falsas o fake news se articulan, en numerosas ocasiones, estrategias para manipular la opinión pública y erosionar la estabilidad de los Estados y de sus instituciones. La última prueba la tenemos en las recientes elecciones alemanas, en las que las autoridades de este país se han tenido que emplear a fondo para frenar la operación «Storm 1516», un presunto intento de desacreditar el proceso electoral, así como a los candidatos. En este caso, vídeos falsos y discursos partidistas de influencers generadas con IA, han sido protagonistas para difundir distintas actividades de "fraude electoral".
El hecho cierto es que las redes sociales unidas a la IA se han convertido en un cóctel explosivo, capaz de manipular la opinión pública, modificar comportamientos de consumo y, en ocasiones, alterar el rumbo de las economías y democracias. Es por eso que necesitamos una mayor conciencia sobre el impacto que tiene la desinformación en todos los niveles de la Sociedad.
Si como hemos visto los Estados ya enfrentan dificultades para defenderse de la desinformación, ¿qué sucede cuando son los ciudadanos y las empresas las que se ven directamente afectados por esta lacra? Esta es una pregunta crucial en un mundo donde la manipulación de la información puede tener consecuencias devastadoras. El impacto de las fake news no solo afecta a la opinión pública, sino que puede socavar la estabilidad económica, política y social, e incluso el honor de las personas.
Las empresas y los ciudadanos merecen una defensa más activa contra la manipulación de la información, pero ¿quién se encarga de su protección y defensa? Todos somos consumidores de información. Al igual que hay asociaciones de consumidores o de protección de datos personales, defensores del pueblo o Consejos de Transparencia y Buen Gobierno, que velan por los intereses de los ciudadanos y empresas, los Estados deben abordar este desafío a través de medidas y organismos, que den respuesta a este problema creciente, creando entidades y procedimientos para que cualquier ciudadano de a pie pueda denunciar estas prácticas de desinformación.
Es fundamental que las empresas de telecomunicaciones y expertos del periodismo, junto con los organismos reguladores y la sociedad civil, trabajen juntos para establecer normas claras que protejan a los consumidores de la desinformación y promuevan un entorno digital saludable y transparente.
A medida que la tecnología y la conectividad continúan avanzando, la batalla contra la desinformación no solo debe ser una prioridad para los Estados, sino también para las empresas y los ciudadanos. Un compromiso firme con la ética, la transparencia y la responsabilidad es esencial para garantizar que las telecomunicaciones, la ciencia, la tecnología y la información se utilicen como herramientas para el progreso y no como armas para la manipulación. La innovación solo será realmente útil si se acompaña de una comunicación clara, veraz y responsable.
Luis Miguel Chapinal
Decano de COITT