En el siguiente artículo publicado en el Diario de Córdoba, Nicolás Puerto analiza y reflexiona sobre el gran papel jugado por los telegrafistas del Palacio de Comunicaciones de Madrid el día 14 de abril de 1931. Una fecha que recordamos, de la que mañana se cumplen 92 años, y en la que se enarboló la primera bandera republicana en la capital de España, precisamente frente a la Fuente de las Cibeles.
El contagio de la euforia de gran parte de trabajadores y capas populares de diversos puntos del país conforme se van conociendo los resultados de las elecciones municipales entre la noche del doce y el catorce de abril y la gran rapidez y agilidad con que se propaga el grito de ¡Viva la República! en el resto del Estado no es ajeno al telégrafo y los funcionarios que lo manejan. Hay que saber que estos funcionarios, orgullosos por el alto nivel de cualificación requerido para la profesión, fueron mal tratados por el Gobierno en cuanto a retribuciones, horarios y otros derechos como los de sindicación. No en vano tuvieron un litigio permanente durante muchos años con Juan de la Cierva , el ministro de la Gobernación, ramo del que dependían. En parte los enfrentamientos y huelgas como la del año 1918, que llegaron a militarizar los Cuerpos de Telégrafos pasándolos a depender del ministerio de la Guerra, fueron debidos a la demanda de mejoras económicas y laborales, pero lo más significativo era el sentimiento de dejación de estos servicios por parte de distintos gobiernos en cuanto a inversiones para el mantenimiento de las redes y ampliación de servicios, junto a la falta de dotaciones de personal.
El desarrollo de los distintos servicios de telecomunicaciones desde final del siglo XIX, como la telefonía, estuvo vinculado al telégrafo, no se olvide que los primeros experimentos de comunicaciones telefónicas en nuestro país se hacen por líneas telegráficas por encargo a los ingenieros de este servicio. Sin embargo, después de muchas vicisitudes, el nuevo servicio telefónico en expansión es concedido a la incipiente Compañía Telefónica Nacional, por decreto de agosto de 1924; era la época de Primo de Rivera donde la multinacional norteamericana ITT (International Telegraph and Telephone) controlaba gran parte del capital de esta compañía, y en la cual casualmente trabajaba el joven abogado José Antonio Primo de Rivera . Fue el único país de Europa donde ya en esa fecha se privatizaba el servicio telefónico, beneficiando al control de los yanquis en su expansión en el resto del mundo. La críticas a las corruptelas habidas en esta concesión por parte del mundo del telégrafo, asumidas en esas fechas por diputados republicanos incluso con presentación de mociones en las Cortes, hacían esperar que un gobierno republicano desfacería el entuerto.
Pero volvamos a los sucesos sobre las elecciones:
El despacho telegráfico del general Berenguer en la madrugada del día 13 de abril a todas las capitanía generales, a propósito de las manifestaciones callejeras de júbilo en distintos puntos del país, donde en aras de "los sagrados intereses de la Patria, que el Ejército es llamado a garantizar en todo momento", se les ordenaba: "Conserve V.E. estrecho contacto con todas las guarniciones de su región, recomendando a todos absoluta confianza en el mando, manteniendo a toda costa la disciplina y prestando la colaboración que se le pida al del orden público", no conducía todavía a concretar el desenlace de la nueva situación. Si embargo los tensos momentos vividos en los interines del poder ante el aumento de las masas ocupando las calles, cuando las fuerzas del orden ya ni obedecieron las órdenes del Marqués de Hoyos , desde el Ministerio de la Gobernación, para despejar La Puerta del Sol y las noticias sobre la renuncia del rey Alfonso XIII , hacían avanzar la euforia republicana.
El culmen de la alegría en el Palacio de Comunicaciones llegó con el desciframiento del telegrama enviado por el general Sanjurjo , a la sazón director general de la Guardia Civil, a todos los jefes de tercio del país en la noche del día trece, el cual decía así: "Disponga usía las órdenes convenientes para que las fuerzas a su mando no se opongan a las justas manifestaciones del triunfo republicano que pueda surgir del Ejército y del pueblo". La propagación de esta noticia por los telegrafistas no hay duda de que realimentaría la aceleración de los acontecimientos del siguiente día catorce. Lo que ocurrió con las aspiraciones de los telegrafistas ya durante el Gobierno de la República sería cuestión de un próximo capítulo de esta historia.