El COITT/AEGITT se suma el 11 de febrero a los objetivos del Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia, con la publicación del siguiente artículo elaborado por Priscila Díaz, coordinadora de Ingenieras en Red.
Vivimos tiempos extraordinarios. Nos hemos transformado. La aceleración de la digitalización ha llegado para quedarse. Pero hay asuntos de interés general que parece que no evolucionan al ritmo deseado. Hablamos de la presencia de la mujer en el sector tecnológico y científico que continúa siendo uno de los grandes desafíos de la sociedad actual. De hecho, durante la pandemia se paralizaron los esfuerzos por reducir la brecha de género y muchas mujeres se vieron obligadas a abandonar sus puestos de trabajo debido a la dificultad para lograr la conciliación familiar. Si bien es cierto que la deslocalización del talento gracias al teletrabajo se presenta como una gran oportunidad para la presencia de la mujer en el sector tecnológico y científico, queda mucho por hacer en este sentido.
Sería necesario profundizar y analizar la presencia de la mujer en carreras STEAM (Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas) en los países del Mediterráneo para tener una visión más certera del contexto. De entrada, lo que encontramos es una diferencia enorme entre los países situados en el continente europeo y los del continente africano. La situación económica y social, la inestabilidad política, la discriminación que sufren las mujeres africanas, la guerra o los conflictos existentes en países como, por ejemplo, Siria, Libia o Líbano… son algunas de las causas que marcan esa enorme diferencia.
Según datos del Instituto de Estadística de la UNESCO, UIS, (http://uis.unesco.org/en/topic/women-science) solo un 30% de los investigadores y científicos de todo el mundo son mujeres, una cifra que muestra la gran brecha existente, pero también la desigual evolución entre unos países y otros. Lo que también es una realidad es que el porcentaje de mujeres que acceden a estas carreras de ciencia, tecnología y matemáticas está muy por debajo del de los hombres. En este sentido, UIS trabaja en la búsqueda de indicadores más concretos para determinar las causas entre las que se encuentran el entorno familiar, la discriminación o la cultura laboral.
Si nos fijamos en países como Marruecos, según el Ministerio de Educación Superior, Investigación Científica e Innovación, la tasa de alfabetización de la mujer marroquí llega apenas al 55,9%. Sin embargo, en las 12 universidades públicas marroquíes, la representación femenina en titulaciones STEAM es relevante.
Volviendo a Europa, los datos extraídos de la Oficina de Estadística de la Unión Europea nos revelan que la matriculación de las mujeres en las titulaciones de ingeniería y ciencias continúa siendo minoritaria. Cabe destacar la presencia femenina en otras ramas como negocios, ámbito sanitario y educativo.
Como podemos observar en el gráfico anterior, en el año 2018 en España, el porcentaje de mujeres graduadas en ciencias naturales, matemáticas y estadística, respecto al total de alumnos graduados, era del 2,6%, frente al 4,1% de la Unión Europea. Mientras que, el porcentaje de mujeres graduadas en Tecnologías de la Información y las Comunicaciones se sitúa por debajo del 1%. Hay grandes diferencias si comparamos las ramas universitarias, y no cabe duda que es imprescindible poder compararnos con los países de nuestro entorno (mejor posicionados) e implementar políticas públicas con la financiación europea disponible en estos momentos (Fondos Next Generation) en los países de Mediterráneo para potenciar las profesiones STEAM. Además, de esta forma, daremos respuesta a la alta demanda en puestos de trabajo relacionados con Big Data, IoT, Cloud Computing, Inteligencia Artificial, Ciberseguridad, etc. y reduciremos las elevadas tasas de desempleo. Grandes desafíos ofrecen grandes oportunidades.
Si además analizamos el estado del mercado tecnológico y científico, las cifras, nos revelan que el posicionamiento de la mujer todavía se encuentra estancado en España. Continuamos estando por debajo de la media europea y aún más distanciados de los países bálticos donde las mujeres dominan el sector (especialmente en Letonia, con una representación del 59% en 2020). En Chipre, la representación femenina es del 53%.
La estrategia de los gobiernos persigue alcanzar una presencia equilibrada de mujeres y hombres, así como evitar sesgos y discriminaciones de cualquier índole, por medio del desarrollo de planes centrados en las necesidades de todas las personas, y en mejorar la visibilidad de las científicas, así como sus contribuciones a todas las áreas de conocimiento para el fomento de las vocaciones STEAM desde edades tempranas. Concretamente Francia, dedica 49.000 millones € a la investigación, es decir, el 2,2% de su PIB.
Ahora bien, las investigadoras se enfrentan a innumerables circunstancias adversas para el desempeño de sus capacidades en el mercado de trabajo, que se suman a las inherentes del sector. Por tanto, la empleabilidad en la mayoría de los casos se encuentra sujeta a la movilidad internacional y al acceso a los centros públicos de investigación, universidades y a los contratos de trabajo para el desarrollo de actividades de I+D en el sector empresarial.
Según los últimos datos de la Estadística sobre Actividades de Investigación y Desarrollo del INE, en España el conjunto del personal investigador suma 143.974 personas en equivalencia a jornada completa (57.380 mujeres y 86.594 hombres). Las científicas representan el 40% del total. Si nos comparamos con Marruecos el total del conjunto del personal cursando estudios de doctorado asciende a 2.192 personas, de las cuales 859 son mujeres (39%).
La precariedad laboral del personal investigador tiene un impacto negativo en el desarrollo de la carrera profesional de las mujeres, la evolución de su carrera científica y su plena participación y contribución a la investigación en nuestro país. Es imprescindible diseñar un nuevo modelo laboral para el personal investigador que sea capaz de proporcionar una mayor estabilidad y condiciones económicas más acordes al esfuerzo requerido.
Cuantitativamente la relevancia de la mujer en el sector tecnológico y científico tiene mucho recorrido. Se requiere de un esfuerzo colectivo de entidades públicas, universidades, centros educativos, grandes empresas, PYMES, ciudadanía y familias para impulsar un empoderamiento real de la mujer.
Conscientes de ello desde el Parlamento Europeo se establece que, en 2026, las mujeres deberán ocupar el 40 % de los puestos directivos en las empresas. Es decir, la ley obligará a las grandes empresas que cotizan en bolsa en la Unión Europea a tomar medidas antes de julio de 2026 para aumentar la presencia de las mujeres en puestos directivos.
Recordemos también que la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas recoge en su objetivo 5 la igualdad entre géneros y empoderar a las mujeres y las niñas (https://www.unwomen.org/es/news/in-focus/women-and-the-sdgs).
Por otro lado, hay diversas iniciativas a nivel educativo, como por ejemplo STEM TALENT GIRL, cuyo objetivo es fomentar vocaciones científico-tecnológicas entre las jóvenes, dando a conocer cuáles son las profesiones del futuro, las más demandadas por el mercado y las más transformadoras. A otro nivel, también queremos destacar la labor que se está haciendo desde la Fundación Mujeres por África (www.mujeresporafrica.es) con la puesta en marcha de “actividades formativas, de divulgación y transferencia tecnológica, apostando por el liderazgo de las mujeres científicas africanas y fortaleciendo la red N.O.W. IS África”. A través del programa “Ellas investigan”, en esta edición, se beneficiarán un total de 26 científicas africanas, entre otros países procedentes de Egipto, Túnez o Argelia.
Además, existen grupos de trabajo profesionales, tales como ingenieras en red, del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos de Telecomunicaciones que potencian la visibilidad de las ingenieras como fuente de inspiración en todos los sectores sociales.
Afortunadamente, tenemos identificadas cuáles son nuestros desafíos como sociedad. Ahora toca ejecutar un plan de acción global con coordinación y coherencia de todo el ecosistema implicado para alcanzar grados de excelencia y atender a las particularidades de cada uno de los países de Mediterráneo.